Frank y John salieron del bar después de una larga noche bebiendo, se subieron al auto y lo pusieron en marcha.
Después de un par de minutos, un anciano apareció en la ventanilla del pasajero y golpeó suavemente.
John, el pasajero gritó: “Mira por la ventana. ¡Hay ahí la cara de un viejo fantasma!
Frank, el conductor, aceleró, pero el rostro del anciano permaneció en la ventanilla.
John bajó la ventanilla parcialmente y, asustado, dijo: “¿Qué quieres?”
El anciano respondió suavemente: “¿Tienes tabaco?”
John le entregó un cigarrillo al anciano y le gritó a Frank: “Písalo”, subiendo la ventanilla aterrorizado.
Unos minutos más tarde nos calmamos y empezamos a reír de nuevo.
Frank dijo: “No sé qué pasó, pero no te preocupes, ahora estamos haciendo 80”.
De repente se oyó un ligero golpe en la ventana y el anciano reapareció.
“Ahí está otra vez”, gritó John. Bajó la ventanilla y dijo temblorosamente: “¿Sí?”.
“¿Tiene usted fuego?” preguntó el anciano en voz baja.
John arrojó un encendedor por la ventana y dijo: “¡Pisa!”
Estábamos avanzando a unas 100 millas por hora, tratando de olvidar lo que acabábamos de ver y oír, cuando de repente se escuchó más golpeteo.
“¡Ay dios mío! ¡Él está de vuelta!” John bajó la ventanilla y gritó de terror: “¿Y ahora qué?”
El anciano respondió gentilmente: “¿Quieres ayuda para salir del barro?”